Euskadi : El eterno 600

¿Cuántos ejemplares quedan en Euskadi del eterno 600?

Símbolo del desarrollismo español, el Seat más clásico dejó de fabricarse en 1973, pero ni siquiera los 42 años que han pasado los han sacado de las carreteras. El País Vasco atesora el 3% de los que siguen dados de alta en España

Fue un golpe de chapa… sin mayor trascendencia al margen del engorro para el dueño. Pero dio pie a no pocos comentarios de barra de bar en Vitoria porque el accidentado fue un Seat 600. Ah, pero ¿todavía quedan? Sí, quedan. ¿Cuántos? Extraoficialmente se calcula que hay 10.000 circulando por las carreteras españolas. Esta cifra se dio por buena 2003, cuando se cumplían tres décadas del punto final a la producción del utilitario que fue el primer coche de muchos españoles. Sin embargo, al consultar los datos oficiales del registro de vehículos de la Dirección General de Tráfico, los números bailan y arrojan una realidad completamente distinta.

Muchos no estarán en condiciones de correr, otros se usarán solo para piezas de recambio y más de uno habrá sido abandonado en graneros o terraplenes en zonas rurales sin que el dueño lo haya dado de baja. Así que la cifra puede estar algo inflada, pero ante la DGT en este momento hay 127.220 Seat 600, doce veces más de lo que se creía. Exactamente 3.602 están matriculados en Euskadi, la mayor parte de ellos en Bizkaia, donde se pueden encontrar nada menos que 2.110. En Gipuzkoa hay más de un millar (1.114 en concreto) y unos 358 en Álava. Uno de estos, precisa el atestado de la Policía Local de Vitoria, lleva un golpe reciente de chapa.

Vehículos clásicos hay muchos. Las bellezas sobre ruedas de otro tiempo se cuentan por decenas… pero ninguno alcanzó en España la categoría de mito como este utilitario del desarrollismo que democratizó la conducción. En toda su historia se comercializaron cuatro versiones: Normal, D, E y L Especial, y también algunas rarezas como el descapotable, el comercial, la Formichetta…

El Seat 600, vehículo licenciado del Fiat 600 italiano, nació en la zona franca de Barcelona el 27 de junio de 1957 y salió al mercado con un precio de 65.000 pesetas. En la misma planta de la Ciudad Condal se fabricó el último el 3 de agosto de 1973. Los empleados de la factoría le despidieron con una pancarta en la que se podía leer: ‘Naciste príncipe y mueres rey’. Pero quizá se apresuraron un poco con la despedida porque el 600 ha demostrado ser eterno. Un 16% de las 799.419 unidades que se comercializaron en esos 16 años de producción ininterrumpida sigue todavía rodando, lo que agranda la leyenda de este hatchback de dos puertas y motor trasero que simboliza como ningún otro objeto el desarrollismo español.

Seguramente ya nadie los utiliza para cruzar los Pirineos hasta Perpignan y poder ver las curvas prohibidas en la España de la época y los que quedan están al abrigo de los coleccionistas, que los miman como a un hijo, o de abuelos conductores que no lo cambiarían por nada del mundo. Los sacan solo en ocasiones especiales porque en la carretera tienen ya mucha competencia. Además, una de las causas que explicaron su declive es la debilidad estructural de los pilares centrales, incompatible con la instalación de los cinturones de seguridad, que en 1973 pasaron a ser obligatorios en la legislación española. Por cierto que a sus motores de 20 CV no hay forma de instalarles un software que falsee nada. Con el 600 no hay trampa, ni cartón. Ningún truco más allá de su inexplicable capacidad para meter dentro pasajeros y más pasajeros. Hasta trece -dos adultos y once niños- han llegado estos ojos a ver, aunque en esto cada cual tendrá su anécdota personal.

Es probable que cualquier día vean alguno por la carrereta (no con trece pasajeros dentro, claro) porque en Euskadi se da uso habitual a más de medio millar de ‘botijos’, ‘ombligos o ‘pelotitas’, como se les solía llamar. Todos en perfecto estado de revista. Cinco de ellos son propiedad de Michel Ruiz, uno de los fundadores, hace 21 años, de la Asociación de Amigos del 600. «Tengo la matrícula BI-41117, el más antiguo que queda con placas de Bilbao. Además de un deportivo que alcanza los 140 kilómetros por hora y una Formichetta (furgoneta comercial), un Spider de los seis que carrozó el histórico Pedro Serra y de los que sólo quedan tres, y un 600 E más moderno», contaba en un reportaje publicado por EL CORREO con motivo del 50 aniversario del nacimiento del automóvil. «Hasta cuando nació mi hija fui a buscarla al hospital en un 600». Porque el 600 era un coche para todo, también para las grandes ocasiones.

Fuente : El correo

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